Últimamente varios de mis amigos, han estado sufriendo con su gastritis y acidez estomacal y como ya no quiero verlos sufrir mas, les he compartido esta maravilla que a mi me dio tan buen resultado, que incluso deje de tomar el famosísimo omeoprazol ,así que espero que a ustedes también les sirva este dato.
los bulgaros Kéfires son bacterias que fermentan la leche, entre sus mayores beneficios reconstruyen la flora intestinal.
La palabra kéfir significa “bendición” en turco. También derivaría de la palabra “kefy” o “kef” que significa “sabor agradable”. En el Cáucaso, donde el kéfir se ha consumido corrientemente durante miles de años (ya lo utilizaban los antiguos Sumerios), la gente vive hasta 110 y 125 años y se mantiene en buena salud.
Cuidados:
en un frasco de vidrio preferentemente, NO los metas al refrigerador de ser posible, cambiarles diario la leche, colarlos y enjuagarlos con mucha agua, una vez escurridos depositarlos en el frasco para ellos destinados y ponerles la leche a que al menos los cubra, una manera riquísima de tomarlos es licuando la leche fermentada que obtuviste con miel o azúcar y la fruta de tu preferencia., puedes también picarle fruta de temporada y agregarle granola o cereal, según como lo prefieras, es un súper desayuno, y para la gastritis es buenísimo.
BENEFICIOS CONSEGUIDOS CON EL KÉFIR:


El Kefir Mejora en la capacidad de asimilación de los alimentos.
El Kefir regula el tránsito intestinal.
El Kefir Fortalece las defensas frente a infecciones tanto víricas como bacterianas.
El Kefir Reduce los niveles de colesterol y el riesgo de padecer cáncer de colon.
Un kéfir suave es algo laxante, un kéfir “fuerte” será un poco astringente.
NERVIOS.- Un litro por día. En casos graves, continuar durante un año. Cura la falta de sueño y se mejora el apetito, disminuyendo las depresiones.
MALESTARES DEL INTESTINO.- Un litro y medio diario, durante el tiempo necesario. El paciente no necesita medicamentos.
ANEMIA.- Un litro por día. Después de 3 meses, la sangre es normal; en los casos graves, los adultos deberán tomar 2 litros.
ECZEMA.- Un cuarto de litro por día. Cubrir la piel irritada con kéfir y dejarlo secar. Repetir varias veces al día, lavar y aplicar de nuevo. También se curan los casos crónicos.
CATARRO DE VEJIGA Y ESCLEROSIS.- Un litro por día, mejora en los casos más graves, incluso las esclerosis del corazón. El kéfir regula la presión arterial y regula el peso.
TRASTORNOS DE LA VESÍCULA BILIAR.- Un litro por día. El kéfir cura de 2 a 6 meses. Sin embargo, si el paciente toma crema y leche, los trastornos aparecen de nuevo.
DOLORES DE RIÑONES.- Un litro por día.
INFECCIONES.- Un litro por día, combinando con una dieta muy severa.
HEPATITIS Y CONGESTIÓN.- Medio litro diario de kéfir, que haya sido cultivado solamente 12 horas; tomar antes de acostarse. Se manifiesta mejoría después de 3 ó 4 semanas. Si se regula la digestión, empezar a tomar medio litro de kéfir que haya sido cultivado durante 24 horas.
REDUCE INTOLERANCIA A LA LACTOSA: Un estudio publicado recientemente por el periódico de la Asociación Dietética Americana descubrió que la leche fermentada “kefir”, que es levemente efervescente y tiene una consistencia suave, elimina o reduce drásticamente los síntomas de la intolerancia a la lactosa en adultos. Así lo destacó The Food Institute dentro de sus noticias de salud.

En la investigación se encontraron positivos efectos de la leche kefir en la digestión de la lactosa, iguales o incluso mayores que los del yogurt, incluyendo un marcado decrecimiento en la flatulencia. Se cree que la presencia de colonias vivas de microorganismos en esta leche ayuda a digerir la lactosa en el intestino.
si quieren saber un poco mas sobre la historia de estos “animalitos”


aquí les dejo un estudio mas profundo y un tanto científico en pdf

Nota importante:
si alguien tiene bulgaros para regalar o quieren solicitar que les regalen pueden publicarlo aqui mismo, de antemano mil gracias

les quiere hermana eva




Finalmente llegó el día tan esperado por seis largos años; en la reunión sacramental el obispo nos entregará a las jovencitas la medalla de reconocimiento a la Mujer Virtuosa y una quisiera gritar:


¡¡¡SE ACABARON LAS METAS Y LOS PROYECTOS!!!

Confiadas y muy contentas caminamos por el pasillo del salón para buscar el premio por tanto esfuerzo. Aunque reconocemos que sin la ayuda de nuestras maestras hubiera sido difícil que lo lográsemos, el mérito igual es nuestro.

Terminamos una etapa llena de actividades en donde nos sentimos el centro del mundo: fuimos las abejitas del barrio a las que los abejorros (léase chicos) molestaban con chistes tontos; fuimos las damitas que empezaban a participar de bailes en la estaca y Las laureles que nunca supimos por qué nos llamábamos laureles.

Pasamos de chiquillas de 12 años a convertirnos en “jóvenes adultas”, algo que suena a “joven envejecida” o “todavía no soy ni esto ni aquello”.

La alegría de ver nuestro Progreso Personal completo se va diluyendo a medida que transcurre nuestra primera clase en la Sociedad de Socorro.


El primer domingo la presidenta de la Soc.Soc. nos recibe con una hermosa tarjeta firmada por las hermanas presentes. Pero no es como la que recibíamos en mujeres jóvenes; está impresa y sólo llenaron un espacio en blanco con nuestro nombre y la fecha. Nos consolamos cuando una amiga nos explica que las hermanas no tienen tiempo de hacer tarjetas a mano.

El salón está bien ordenado, con láminas, carteles, manteles en la mesa y sobre el piano cerrado, hermosas flores provenientes de algún jardín cercano. Las hermanas sentadas se saludan y se pasan las últimas novedades. Nada diferente a lo que pasaba en nuestra clase de mujeres jóvenes. Comienza la reunión. La presidenta nos hace poner de pie, en nuestro carácter de “nueva”, dándonos la bienvenida. Una hermana del fondo comenta:”-¡Pensar que la conozco desde que estaba en la panza de su mamá!” Otra pregunta si tenemos novio y ante nuestro silencio nos dice que somos muy jovencitas para tenerlo. Luego sigue la presidenta con una larga lista de anuncios de actividades y pedidos especiales.

Entre ellos se destaca el de voluntarias para cuidar a una hermana internada. Y allí las vemos en acción, poniéndose de acuerdo con horarios, explicaciones sobre por cuál escalera hay que subir para ver a la enferma (¿será que una es más alta que otra?), número de la habitación (el número varía según use o no dentadura postiza quien hable entre 166 o 176), aclaraciones de la enfermedad (no pudimos saber de qué estaba enferma), la última noticia sobre la internada y una extraña discusión sobre quién tiene el último parte médico.

Luego de “ponerse de acuerdo”, pasamos a cantar un himno. No hay música; sólo las voces de mujeres que parece que no escuchan muy bien, el llanto de varios bebés y un cuchicheo de hermanas que preguntan la dirección del hospital y la aclaración de la escalera. Comienza la clase, por suerte tan bien preparada como la de nuestra maestra anterior. Mientras tanto, recibimos en nuestras manos un calendario para poner nuestros nombres.

Lo miramos desconcertadas tratando de adivinar de qué se trata cuando un alma caritativa nos susurra:

“Anotate para darle de comer a los misioneros.”

Pasamos el calendario porque tenemos que consultar con mamá. Pero ni bien empieza la clase,

una hermana acota que ella no está de acuerdo con cuidar a la hermana enferma por la noche. Que prefiere ir bien temprano a la mañana. ¡Ese no es el tema de la clase! Nuestra amiga nos aclara que esa hermana mayor está un poco sorda. De pronto vemos que alguien que está contestando una pregunta se pone a llorar porque se acordó de algo que no entendimos muy bien qué era.

La maestra agradece la participación pero la clase se detiene nuevamente para esperar a que encuentre los anteojos quien debe leer una escritura. No los encuentra y termina leyendo con los anteojos de la que estaba sentada delante suyo. Hacia el final, todas quieren participar y la maestra se desespera por terminar a tiempo.

Alguien se ofende porque no la dejan hablar (cuando escuchamos su voz durante toda la clase), otra hace una pregunta por la internada en el hospital, la presidenta intenta ordenar el final de la reunión y nosotras nos preguntamos: "¿Esto es la Sociedad de Socorro?"

Al terminar la clase, una madre joven se nos acerca y nos calma: “Espero que no te hayamos asustado, no siempre es así.” Ingenuas creemos que ya pasamos lo peor. Pero no salimos del asombro cuando una amiga de mamá se acerca con un papelito y nos dice: “Este es tu distrito de maestras visitantes, llamá a tu compañera y avisale que eres la nueva”.

Leemos el “papelito” y no conocemos a ninguna de las hermanas que figuran ahí, ni siquiera a nuestra compañera.

La secretaria se nos acerca y nos pide que dirijamos la música el domingo siguiente y enseñemos la historia del himno “Sirvamos unidas”; para ello debemos llamar a la directora de música de la estaca y pedirle ayuda. Obvio, nos entrega otro papelito con un número de Teléfono. La hermana encargada de servicio caritativo nos pregunta si tenemos algún horario libre, ya que no estamos casadas, para ir a visitar a la internada y nos da el papelito con el número de habitación y la escalera correspondiente.

Quien está encargada de historia familiar nos invita a buscar nuestra genealogía y nos da el horario en un folleto; es más organizada.

Y nuevamente la secretaria se nos acerca con otro papelito para que asistamos a la reunión de Superación Personal para aprender “cómo hacer mantelitos utilizando una sábana vieja”.

Terminamos con un montón de papelitos que intentamos ordenar mientras comienza la Escuela Dominical.

La primera vez puede ser atemorizante, aterradora y espeluznante. Pero con el tiempo comprobamos que las hermanas son encantadoras. Disfrutamos cuando vemos a la abuela de una amiga relatar su conversión al evangelio.

Nos reímos junto a nuestra maestra de la primaria cuando comparte una experiencia sobre los llamamientos. Disfrutamos las clases de Superación Personal al aprender sobre nutrición. Nos anotamos en el “taller de cocina para dos”, con la esperanza de ponerlo en práctica pronto. Todas las semanas nos juntamos varias jóvenes adultas con nuestra maestra quien está un poco sorda, pero tiene mucho sentido del humor. Aprendemos a organizarnos para ayudar a otros.

Descubrimos que hacer las visitas puede ser una buena preparación para ir a la misión. Por lo menos una vez al mes tenemos una clase dominical sólo para las jóvenes y nuestra maestra nos demuestra su amor al darnos la clase con un bebé en brazos, al cual todas queremos acunar. Una de nuestras amigas es la líder de las jóvenes y ella organiza los viajes al templo, nos mantiene al tanto de los bailes, cursos de instituto, convenciones, charlas fogoneras y noches de hogar para los jóvenes del barrio.

El paso de Mujeres Jóvenes a la Sociedad de Socorro puede tener sus matices más o menos trágicos y divertidos. Con el tiempo vemos que podemos salir edificadas al compartir tan diversas experiencias. Aprendemos a vivir el evangelio al ayudarnos unas a otras y descubrimos así el significado de la caridad.

Es la organización en donde vemos, sentimos y vivimos “la caridad”.

No será entonces tan difícil integrarnos a esta hermandad mundial, de mujeres consagradas a edificar el reino de Dios sobre la tierra. De mujeres que no toman en cuenta nuestro estado civil, ni social, ni cultural, para servirse mutuamente, porque todas “somos hijas espirituales de Dios amadas por Él1.

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